¡Discernir para vivir!

¡Bendiciones hermanos!
Mi más profundo deseo es que Dios, que todo nos lo da en abundancia, los llene de luz y conocimiento en todos aquellos asuntos que sirvan para edificar y construir un ser humano mejor. ‘Mejores cristianos’, eso tenemos que ser, para transformarnos en mejores seres humanos.
Nada somos sin Jesucristo y sin Él nada podemos hacer. Por estas y otras causas, que iré desarrollando brevemente aquí, es que estoy convencido de que para ser mejores hombres y mujeres primeramente, tenemos que ser mejores cristianos. Profesar de corazón la palabra de Dios y vivir, también de corazón, la vida de Jesucristo. Parecernos cada vez más a Jesucristo en nuestra vida diaria.
El mundo tiene muchas máscaras… Estas máscaras ocultan y disimulan la fealdad que muchos llevan adentro. Pero el ‘cristiano de corazón’ debe tener «una sola cara». Y el deseo más ferviente de su corazón debe ser el de ver ‘transformada’ su cara, su vida y sus obras, en la imagen, vida y obras de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Salvador, Maestro y Amigo.
Hermanos míos, este espacio fue concebido para hablar de todos aquellos asuntos que son de interés notorio para la edificación de la iglesia de Cristo. Me dedico a este trabajo porque estoy convencido de que Dios ‘No quiere’ un pueblo ignorante.
No hablo de la ‘sabiduría de este mundo’. ¡La sabiduría de este mundo es necedad para Dios!
Hablo de ‘sabiduría espiritual’. Aquella sabiduría cuya fuente es la Palabra de Dios y cuyo Maestro es su mismísimo Espíritu Santo. ¡Esta es la sabiduría que agrada a Dios!
«Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento», dice el Profeta Oseas (Oseas 4:6). Por esto, repito, Dios quiere un pueblo atento, despierto, que «discierna» los tiempos que está viviendo.
Discernir significa «distinguir», por medio del intelecto, una cosa de otra. Es decir, tenemos que estar ‘capacitados’ para hacer uso de nuestra ‘razón y criterio’ de manera juiciosa y adecuada. Y para estar capacitados de manera adecuada y juzgar con rectitud todos los asuntos que atañen a la vida del cristiano en este mundo, debemos estar versados en la palabra de Dios.
Cuando ‘entendemos’ la palabra de Dios, ‘conocemos’ su voluntad. Qué es lo que Dios espera de nosotros.
Miren, no se confundan cuando escuchan la frase estar ‘versados en la palabra de Dios’. No se requiere ser maestros en profecía ni ser doctores en teología. No, no se trata de eso.
«Entender» la palabra de Dios, es ‘permitir’ que esta misma palabra ‘cambie’ nuestras vidas. Es ver que, estemos en la situación que estemos, bajo cualquier circunstancia, el Espíritu Santo de Nuestro Señor Jesús viene en nuestra ayuda. Y lo hace porque hemos sido «Sellados» por este mismo Espíritu Bendito el mismo día en que nos entregamos de todo corazón a las enseñanzas y promesas de una nueva vida en Cristo Jesús. Es el Espíritu Santo el que nos ayuda a ‘comprender’ la palabra de Dios y ‘nos guía’ a toda la verdad.
No se si les ha pasado hermanos, pero a mí sí, de que cuando estoy leyendo algo relacionado con profecías bíblicas o dogmas de teología, inmediatamente, es como si en mi interior escuchara una voz que me dice: ‘desconfía de eso’, ‘eso no es verdad’, ‘mejor sigue buscando, escudriñando’… Y eso hago, hasta encontrar una respuesta satisfactoria a la, o las preguntas que me inquieten.
Hermanos, muchos quieren confundirnos y confundir también el evangelio de Cristo con «falsas» perspectivas y esperanzas engañosas… El creyente debe «contemplar» su vida y mirar hacia el futuro desde una ‘perspectiva cristiana’. O sea, pensar, creer y elegir para nuestras vidas, solo aquello que este en línea con la palabra y la voluntad de Dios para nosotros. Y el cristiano solo puede conocer la voluntad de Dios para él leyendo la palabra y recibiéndola con fe en su corazón.
Hablaba de «falsas perspectivas y esperanzas engañosas» porque muchos, dejándose dominar por el «espíritu de este mundo», han claudicado del verdadero evangelio de Cristo permitiendo que enseñanzas perjudiciales se cuelen en las congregaciones evangélicas a lo largo y ancho del mundo.
Lo hicieron y lo hacen con el único fin de lucrar con la desesperación y miseria humanas…Y no les importa mentir ni sumergir a enormes comunidades de fieles en ‘cultos idolátricos’, que más se asemejan a rituales paganos de la antigüedad clásica de Grecia y Roma.
Es sumamente vergonzoso lo que vemos pues por culpa de la desfachatez de estos hombres impíos, falsos pastores y maestros, no son pocos los que se burlan y hasta pierden su fe en la palabra de Dios. En este triste espectáculo están las ‘iglesias’ «Pare de Sufrir», «Dios es amor», entre otras muchas, que me sería muy tedioso tener que recordar…
Sus ‘rituales’ recuerdan en todo a las ‘supersticiones paganas’ de la antigüedad y su ‘teología de la prosperidad’ ha dado lugar al Robo más Grande y descarado dentro de la iglesias evangélicas en toda la historia conocida.
Mientras los pastores de estas comunidades viven en el lujo y la riqueza, los fieles son esquilmados y saqueados hasta la saciedad por estos lobos vestidos de cordero.
Comunidades enteras sumergidas en el oscurantismo teológico y doctrinal, guiadas por hombres que en sus delirios de poder y grandeza siguen «evangelizando, predicando y profetizando» según sus propias interpretaciones aberrantes…
Hermanos: el evangelio de Cristo es sencillo. Sencillo y escueto como la propia iglesia primitiva.
Desprovisto de lujos y parafernalias humanas. Desprovisto de ‘templos lujosos’ y ‘ropas de marca’… Más provisto sí, del Espíritu de nuestro Señor Jesucristo; lleno del poder de Dios para corregir y apartar del error a sus hijos; desbordante en sabiduría y conocimiento de uno mismo, para que, mirándonos a nosotros mismos bajo la luz de la palabra de Dios, descubramos el pecado que habita en nosotros y el bondadoso Espíritu Divino nos conduzca al arrepentimiento; llena sí, esta iglesia verdadera, de amor incondicional, de ejemplos de misericordia y amor desinteresados; rebosante en bondad amorosa, recibiendo aún como paga por hacer el bien, el mal…
Esto es en definitiva el Evangelio de Cristo: Un grito de esperanza en un mundo de desconsuelo e injusticias; un llamado a escuchar al Único que nos puede decir la verdad: El hijo de Dios, Jesucristo.
El evangelio es un llamado a vivir una ‘nueva vida’, no descuidando esta, más con la esperanza y los ojos del alma y el corazón puestos en la promesa de esa ‘vida nueva’ que Cristo prometió hacernos partícipes a su regreso.
¡Un mundo nuevo, con cuerpos nuevos, sin dolor, sin llanto, sin muerte: vida eterna!
Estas son las ‘anclas’ de la fe cristiana. Por eso es tan importante que el pueblo de Dios conozca los fundamentos de evangelio. Y que el conocimiento de estos fundamentos y la ‘apropiación’ de las promesas de Dios, sean las que le permitan contemplar un mañana mucho mejor, y esta misma esperanza moldee su vida y sus obras para poder seguir creciendo y mejorando día a día, transformándose así, en ese mejor ser humano del que hablamos al comienzo de este breve escrito.
Más para que esto sea verdad y realidad en la vida del creyente, el cristiano debe esforzarse por ‘entender y conocer’ la palabra y la voluntad de Dios para él y para la iglesia en general.
El cristiano debe «discernir para vivir»; para no ser presa del engaño, la mentira y la superstición, debemos distinguir qué es ‘palabra de Dios’ y qué es ‘palabra de hombres’…
En definitiva, quiero que tengan «sed y hambre» por la palabra de Dios, y que al ‘beberla y comerla’, esta los haga sabios en todo lo que piensen y elijan.
Hermanos: Dios nos invita a conocerlo. Dios nos llama a conocerlo a través de su Único y Amado Hijo Jesucristo.
No te engañes ni te dejes engañar: el conocimiento del Dios Todo Poderoso, Creador de Cielos y Tierra y de Todo lo que existe, sólo es posible mediante el conocimiento de Jesucristo. Aquél a quién Él envió como su Único representante.
Hermanos: les deseo paz y conocimiento. Que ustedes puedan ayudarse mutuamente y que también tengan mucha paciencia con aquellos de corazón puro, pero que van un poco más rezagados que ustedes.
Yo, desde aquí, siempre intento aportar mi granito de arena.
Bendiciones y saludos de un hermano de Fe.
Fernando Acuña.